Hoy no hay más que tiempo,
pero falta tiempo que perder...
tiempo de contar las palabras y escribir,
de llegar forzado al último tren.
Entre tantos segundos,
oscuros, la función se acaba
y el telón hace guiños a su propia labor.
Ahora no quedan más que milagros
que noquean a los más brillantes,
descalzos y sabios,
mascullando blasfemias a un amor.
Divididos mis rencores,
mis brebajes de cantor,
dedicando el tiempo al aire
que al menos es un buen postor.
En Directo desde la Capilla de San Roque
Hace 9 meses