Al dejar de andar los días
en un abismo abrasador,
ligo mi fe a una mentira
al rendir cuentas con Dios.
Cuentas que no debo contar,
listas que odio demasiado,
poco a poco empieza el baile,
¿cuántas muescas portaré?
Tantas como, de menguante,
noches negras al atardecer,
dos y diez, y muchas otras,
como palabras tiene la voz.
Al rendir cuentas con Cristo,
cara a cara con el juez,
recuento todos los pecados
junto al bombeo de mi sien,
en mil ciénagas oscuras,
en los desiertos y llanuras,
donde un humano importa
lo que un gusano desvariado;
en el huir de mis pecados
juro decir toda la verdad,
pero escondo mil pasajes
a quien ya sabe lo que hay:
mis desdichas, mis aldrajes…
mi viejo y triste caminar,
como os he contado un día,
de nada sirve ahora llorar.
Es la hora y en mi mundo
amanece un sol de miedo,
ya se oyen los murmullos
de aquel que puede más que yo.
En Directo desde la Capilla de San Roque
Hace 9 meses