Entre idas y avenidas

Cuando llegue a ver las mansiones que deseo,
cuando el corazón explote de júbilo en mi mente,
cuando los caminos sean de nuevo frescos,
y la vida nos espere siempre dispuestos,

a echar un mano, a conseguir un premio,
para luego reírse de ti, en tu propia cara,
a pasar un brazo por los hombros de ese amigo,
que siempre estuvo ahí, contando tus palabras.

Cuando amanezca lluvioso un día más,
cuando aún sintamos el calor de una sonrisa,
abrazados mirando como golpea el mar,
preciosa, así es la caricia que nos guía.

Horas, minutos, belleza misma del destino,
ilusiones que cumplir, sacrificios que enseñan,
soledades que nos hacen ser más sabios,
las leyes no permiten, solo ordenan tus actos.

El sendero que habita detrás de mi casa,
lo llevo viendo toda mi vida, todo el tiempo,
un lugar tranquilo en una esquina cercana,
que sin embargo creo que aun no lo conozco.

Declaración de principios o gris cruzada,
corazones humeantes en la calle real,
invenciones que, de viejas, ya extrañan,
nos espera un destino que puede quemar.

La vieja puerta se abre lenta y callada,
para dejar ver lo que entonces éramos,
un racimo con uvas verdes y moradas,
que no podemos tocar, solo extrañarlas.

Las victorias se cuentan en las vitrinas,
húmedas y frías, sin mostrar sentimientos,
las derrotas desgarran tantas vidas,
mientras todo fluye entre idas y avenidas.

Cuando me haga llorar una nueva canción,
sentiré que queda mucho por aprender
cuando por fin me concedan inspiración,
cuando una mirada me enseñe a ver,

cuando la tinta se deje las agallas en el papel,
podré felicitar con palabras y poesías,
cuando la siembra nos depare algún placer,
podré sentarme a borrar todas mis desdichas.