20/8/07

"Pequeño", el disco más grande Bunbury

20/8/07
Hoy me propongo hacer una pequeña visita a un local de música, en el que también ponen copas (normalmente Bourbon). Actuán allí los mejores artistas, dicen que han visto tocar a Tom Waits, a Luis Alberto Spinetta o a Caetano Veloso, además, cuenta la leyenda, que Serge Gainsbourg sigue vivo y ha tocado varias veces en el nombrado lugar; es un sitio con la fachada azul y de nombre "Pequeño", en el que la banda sonora diaria va desde las canciones propias del cabaret a los ritmos árabes de más cuidada elaboración, sonando hermosas notas de contrabajos, violines y trombones...

Esta es mi humilde presentación del disco "Pequeño" de Enrique Bunbury. Hablamos de ese artista maño que otrora fuera estrella mundial de rock y llega a 1999 con un disco bajo el brazo que parece haber sido escrito por otra persona totalmente diferente, por un genio escondido al que solo le quedaba demostrar todo lo que llevaba dentro para reposicionarse en el altar de la música y codearse con los más respetados del lugar, aquellos que tocaban en el bar de copas; el cambio bien podría compararse con pasar de conducir, loca y locuazmente, un Porsche a dar exquisitos paseos a bordo de un auténtico Bentley.

El disco empieza con la tranquila "Algo en común", un ambiente genial que destaca durante todo el disco, es el aperitivo para entrar en todo lo demás, dejándonos claro que en el fondo algo ha cambiado, como si estuviese realmente hablando con el Bunbury de Porsche: "¿Cómo preguntas si tenemos algo en común?". El siguiente corte, "Infinito", viene de la mano con la frase "dar en el clavo", y es que los primeros sonidos de los tambores ya nos hacen ver que estamos ante algo distinto y nuestros oídos ya no van ha hacer caso a otra cosa que no sea escuchar con atención la hermosa historia de ese amor que se va y no vuelve, recordando con estremecedora ternura los momentos más bellos y haciendo gala de una enorme sinceridad. La canción fue éxito absoluto y quedará en la historia para siempre, pero llegaba seguida de otro disparo certero al corazón, de quien lo tenga, "El Extranjero" es otra joya del disco en el que trata de la mejor forma que recuerde ahora mismo los problemas del sentimiento patrio y de la emigración, en el que nos convence a todos que las diferencias son inútiles y que viajamos juntos en el mismo barco; musicalmente se trata de una preciosa canción en la que se alternan violines y piano, hasta que los trombones se adueñan del estribillo y parecen ser las bocinas del barco lleno de españoles que llegaba hace cincuenta año a algún puerto de la costa de Argentina. La siguiente parada, " Solo si me perdonas" nos lleva de nuevo al amor-desamor, pidiendo perdón de tal forma que a cualquier persona se le ablandaría el corazón, la canción comienza con una estrofa impresionante, que nos deja claras las intenciones:


"Una palabra más rotunda que otra
no me otorga ni un gramo de verdad.
Seguro que sólo quería demostrar
esta inseguridad que me devora."

Se atisban los primeros síntomas arábigos y un mayor protagonismo de la guitarra y el violín. Supongo que sonará repetitivo, pero "El viento a favor", que es la siguiente canción, es otra joya del disco, la composición más pop de todas es un empujón que nos ayuda a superar los problemas y a salir de nuestras depresiones, algo mucho más importante de lo que puede exigírsele a una canción. El siguiente paso, "Lejos de la tristeza", es una artimaña ideada para extraño provecho de la humanidad: gozosa música de órganos y violines (de nuevo), con unos fantásticos arreglos de cuerda y la clase magistral de como debemos recibir los golpes y conseguir ser optimistas. "¿Dudar?, quizás" es la siguiente canción, una de mis favoritas, quizás difícil de escuchar al principio pero un maravilla cuando comienzas a quererla, porque a las canciones también se las puede querer, es otro alarde del gran momento que vivía Enrique en lo referente a los textos, tiene sonido árabe desde el primer momento y una base de bajo y percusión que engancha, además logra rematar la operación con éxito, llegando al clímax con esa fabulosa trompeta del final.

Vamos por la octava canción y no han aparecido todavía defectos, supongo que será porque mi perspectiva de este disco es totalmente irracional y cada nota que escucho me parece más acertada que la anterior. Como estaba diciendo, la octava canción es "Demasiado tarde" y es otro apasionante plato de buen gusto, en ella se esbozan recuerdos del pasado, héroes de otras épocas, como queriendo explicar lo que había sucedido, que ya sabemos lo que es; perfectamente entonada, me gusta sobre todo la emoción del estribillo y los excelentes arreglos (como siempre), realmente me parece una canción incontestable. Y llegamos así al otro éxito del disco: "De mayor", una letra preciosista e intimista, y una melodía arrebatadora que te engancha desde el primer momento, con un protagonismo total del piano (fantástico Copi), secundado por una base de música de cabaret y circo, y unos vientos que se sitúan en el momento preciso y lo convierten en precioso.

Así nos plantamos en la trilogía final de canciones. La primera, "Bailando con el enemigo", es una melodía lenta y apagada, como si estuviera invitándonos a dormir el sueño más agradable del mundo, que a su vez esconde una letra en la que Bunbury nos explica su forma de ver las cosas. La segunda se titula "Robinson" y sin llegar a tener el tirón de alguna de sus predecesoras, se aloja en el disco de una forma perfecta y rebota en tu cabeza de una manera que se queda grabada en la memoria. Así llegamos a la última canción del disco, "Contradictorio", más de siete minutos para un ocaso feliz, para un parto sin cesárea, para darnos cuenta que el propio Enrique Bunbury es consciente de que ya no es la misma persona que antes y en la que nos cuenta algunos de sus pecados capitales:

"Y si ayer dije blanco
y mañana de un salto me paso a lo negro
no lo veas extraño
aún ando buscando dónde me quedo."

Nos confiesa que "Me levanto con una sonrisa y con tantas prisas en casa la olvido.", parece como si quisiera rezar su penitencia, cosa que hace después, finalizando con casi tres minutos instrumentales que alcanzan el apogeo de la canción, dejando a las guitarras puntaer a su gusto y rematando con todos los músicos diciéndonos adiós con sus instrumentos, con cara de estar profundamente orgullosos de todo lo que acabas de escuchar, reservándose así un punto y final digno de pertenecer al resto del este magnífico disco (ahora solo espero que lo escuchéis con calma).

La música de repente se apaga y el local de música, "Pequeño", donde esta noche actuaba Enrique Bunbury, cierra sus puertas después de haber colgado el cartel de "no hay entradas", al mismo tiempo que se observa en la calle a un hombre (ayer chaval) de pelo negro y ondulado, con la sonrisa confiada de aquellos que ya se pueden morir tranquilos.

3 comentarios:

web master

Bueno, te diré que a excepción de ciertas personalidades de indiscutible talento y algunos grupos y canciones sueltas, tiendo más a la música inglesa que a la escrita en castellano. Pero eso sí Héroes del silencio me parecen un grupo buenísimo más allá de fronteras y nacionalidades, es uno de los grandes en mi opinión. He escuchado poco de Bunbury en solitario y lo que he oído me gusta pero está visto que me queda mucho. Con tu crítica has hecho que me pique el gusanillo, esas estrofas que resaltas son potentes y emocionantes, me han parecido muy buenas y esclarecedoras. Ya te contaré.
Por cierto, bonito recurso el del principio y el final.

Suso López

Gracias por leer mi toston de crítica jejeje, pero para mi es un disco muy importante, escuchalo bien y ya me contarás, mientras yo seguiré con críticas de más discos o artistas...


saludos!

Imanol

Deberías hacer una crítica criticona del viaje a ninguna parte! xD

 
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